Existen dos tipos de balanceo: el estático y el dinámico. En el primero, se colocan pequeños
pesos en el rin para conseguir dicha estabilidad, y en el segundo, se toma en cuenta el peso del neumático para realizar el ajuste correspondiente. Sabrás que toca balancear tus llantas cuando
el volante de tu auto empiece a vibrar o genere ruidos al circular a ciertas velocidades.